Cambio.


Ya me cansé de ver marrones y turbias persianas por mis ventanas, ahora quiero ver el cielo.
Quiero ver brillantes y pequeñitas luces en el cielo en lugar de ver grandes y luminosas luces atadas a insignificantes palitroques.
Quiero oír un fluir juguetón y saltarín, no ese goteo incesante y enervante.
Quiero sentir el calor de ese gran astro, iluminar mis pasos con sus rallos, no sentir el calor asfixiante de la lampara a la que soy atraída como una polilla más...

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