Y no hay nada.


Y, esta vez, tu entrada en escena no me dio para escribir ni un solo párrafo.

Será cierto que las musas se gastan, que dejan de funcionar, que se rompen, que se les acaban las pilas.

Pero es que cuando la historia es siempre la misma, se acaban las nuevas sensaciones sobre las que escribir porque, escribir mil veces lo mismo no es sencillo.

Porque hace meses que mi mente montó una hoguera en mitad del parque y quemó todos los archivos de tus recuerdos así que ya no había por qué apenarse, porque ya no había nada porque no quedaba ni una micra de esa musa, porque la quemé como a las brujas.